El ciudadano del siglo XXI debe ser aquél
capaz de afrontar los desafíos que nos impone día a día la globalización, con
la capacidad para identificar y resolver
problemas con sentido de pertenencia e interacción con el
entorno, formando así una sociedad con responsabilidad social (ética,
ambiente y valores). Muy distinto a lo exigido en en siglo pasado. Según estudios del
programa para el desarrollo humano de las Naciones Unidas (PNUD), se
encontró que el 61% de los habitantes del planeta viven en 3300 conglomerados
urbanos en los cuales se produce el 72% del producto interno bruto
mundial. El resultado sociocultural de ese éxodo masivo a las
urbes es una nueva manera de vivir, en cuanto a: sentir, pensar, actuar,
relacionarse, creer, tener y comunicarse.
Al mismo tiempo otros
estudios y observaciones realizadas por psicólogos, comunicadores y sociólogos,
señalan que los ciudadanos contemporáneos usan menos palabras para comunicarse
con sus semejantes; comparado con décadas atrás. Ya que los nuevos
entornos donde habita lo han convertido en un ser más
"anónimo", que reside en megaciudades donde apenas conoce a su vecino
e incapaz de dar solución por sí mismo a problemas a los que se
expone a diario. Probablemente la misma sociedad lo relega a ser espectador,
pero lo más alarmante es que tampoco muestra el interés por dejar de serlo.
Pocos son los que se atreven a ser actores y dar su aporte.
Precisamente esos son los ciudadanos que se necesitan hoy en
día.
Sin alejarnos de
los parámetros que le impone la educación a los ciudadanos del siglo
XXI, para toda persona debe ser indispensable realizar actividades que lo hagan
sentir pleno, superando aquello que hicieron sus padres e incluso lo que ellos
mismos piensan que pueden hacer, y ante todo dejando de una u otra forma
una huella a manera de agradecimiento con su entorno. Lastimosamente la
preocupación del ciudadano joven de hoy es tener el último smartphone, vestir
acorde a las tendencias de la moda, ir al gimnasio para pulir el físico,
tener cuenta y ser activos en cuanta red social inventan, mantener el puntaje
más alto en Candy Crush (incluso presidentes como Nicolás Maduro se han
declarado adictos a él), saberse la canción que está pegada, verse todo reality
show o serie que exista, y así sigue muchas reglas para ser aceptado en los
estereotipos del mundo moderno y no quedarse atrás. Lamentablemente el
capitalismo salvaje y la sociedad consumista nos ha vuelto sus esclavos. Cuando
el verdadero ciudadano del siglo XXI pensado por los intelectuales de
la antigüedad, debe ser aquél que en conjunto lea y escriba libros,
aprenda una segunda lengua, toque un instrumento musical, practique un deporte,
tenga empleo y realice actividades como sembrar un árbol. Lo que lo haría
ser un humano integral.
Puede que muchos hayamos tenido la
oportunidad de cumplir en el colegio o la universidad un par de esas
actividades y considerarnos medianamente "íntegros", más, si nos
comparamos con nuestros antepasados o con habitantes de zonas vulnerables en
donde a duras apenas se puede aprender a leer y escribir. Es precisamente ese
sentirnos "íntegros" o "afortunados" y tras analizar el
último ítem del párrafo anterior en el que se mencionaba el "sembrar un
árbol" (lo que no debe ser entendida en sentido literal, sino como una forma
de retribuirle con nuestro sudor algo al medio ambiente por todas las cosas que
nos brinda), me llevó a formularme la siguiente pregunta: ¿Qué estoy haciendo
yo para darle un respiro al planeta? Intenté plantearme respuestas basándome en
todas las campañas de concientización que vemos en los medios de comunicación,
las cuales seguía al pie de la letra pero que resultaron ser actos hipócritas
como: desconecto mi cargador en la noches (pero en el día cargo mi celular
mínimo tres veces), ahorro agua cuando me cepillo los dientes (pero en la ducha
me demoro media hora), mantengo todas la luces de mi casa apagadas (pero paso
ocho horas diarias frente al computador o la tv). Al darme cuenta de ello me
enteré que no estaba haciendo prácticamente nada, aquellas conductas por las
cuales sacaba pecho y estoy seguro que usted también lo hace, sólo son una
cortina de humo para camuflar todas esas otras acciones en las que pareciera
que la tierra nos importara un carajo.
Por esta razón es que intenté obviar esas
acciones "heroicas" en las que terminé aportando realmente cero al
cuidado del medio ambiente. Y basándome en el hecho de que la cosas cuando nos
cuestan el sudor de la frente más les damos sentido y valor. Me propuse desde
ese momento realizar acciones que de verdad contribuyan a que la tierra tengo
un respiro. Por eso comparto la primera de muchas de esas actividades que
pretendo hacer de ahora en adelante.
Al averiguar en la web es sorprendente la
cantidad de ideas que podemos realizar con materiales que tenemos a la mano en
nuestra casa. La cuales con tan sólo hacerlas podemos darle un respiro en una
millonésima de segundo al planeta (¿Se imaginan cuánto no sería si los más de
cinco mil millones que habitamos la tierra lo hiciéramos frecuentemente?). Entre
tantas opciones y buscando una que se amoldase a mis recursos disponibles me
decidí por darle un nuevo
hogar a varias plantas de agua en bombillos de luz incandescente usados (antiguas bombillas). Para
realizar ello utilice los siguientes materiales: Bombillas antiguas usadas,
pinza con extremo biselado, cajas de huevo, tijeras, temperas ecológicas, agua
y plantas acuáticas.
El procedimiento a seguir fue retirar el
extremo metálico de la bombillas usando la pinza con bisel y dándole un giro de
360 grados (es lo único complicado de toda la actividad, puesto a que hay que
tener mucho cuidado ya que las bombillas son frágiles y pueden romperse). Luego
recorte las secciones de las cajas de huevo que serían el soporte de mis
bombillas. Posterior a ello pinté el nuevo soporte y las bombillas para darle
un mejor aspecto. Por último llené de agua las bombillas las puse sobre sus
soportes y trasplanté las plantas y quedó listo el mini jardín. Posdata: Si deseas hacerlo también y vives
en una ciudad tropical es necesario que cambies el agua de las bombillas
gradualmente puesto a que puede ser reservorio de larvas de mosquito.
Esta es una propuesta sencilla para darle
un nuevo uso a varios objetos que no dudamos en tirar a la basura. Hacerlo no
frenará el calentamiento global, ni cerrara en dos días el hueco que existe en
la capa de ozono. Pero sí hará que tomemos consciencia respecto a los aportes
que podamos hacer individualmente en pro del medio ambiente, lo que sin
duda él nos agradecerá. Estos son sólo mis propios aportes. Te
invito a dejar de ser espectador y convertirte en un actor de los que tanto
necesita la sociedad hoy. Por ello te pregunto:
¿Y tú que haces para darle un respiro al
planeta?
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Alvaro J Tirado R.
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Instagram: alvarojtirado
Bastante acertado el contexto de tu artículo, ojalá aprendieramos a manejar la cultura del reciclaje, como se hace en otros paises. En lo personal, trato de conservar el planeta para las futuras generaciones. De grano , en grano......
ResponderEliminarUn abrazo.
La Nena